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lunes, 29 de junio de 2009

Justicia Divina en la Catedral del Fútbol

¡¡¡Aaaaaaahhhhhh!!! ¡Qué mediodía de nervios! La verdad todavía no me saco la tensión. Ando con la espalda en la mano, como dicen las viejas. Y no es para menos, después del partido de infarto en el que nuevamente nos dimos el gusto llegar a una final de campeonato dejando en el camino a la Universidad Católica por la vía de los penales.
Seguramente los hinchas cruzados le darán cuerda por largo rato a la cantinela de que nos superaron, de que nos dominaron en los dos partidos. Es cierto. Ellos se vieron mejor y nos obligaron a jugar mal, como lo habían hecho también en San Carlos. Pero, ¿fueron los mejores? Discutible. Discutible porque no fueron capaces de meternos un gol ni siquiera cuando nos dejaron con diez y cuando nos quedaba apenas el amor propio para buscar un mejor destino. Discutible porque se levantaron de la tumba gracias al receso. Discutible porque, a pesar de todo, todavía no nos han podido derrotar este año.
Pero supongamos que aceptamos el alegato cruzado de que la justicia obligaría a que ellos hubieran pasado a la final. Ok. Pero antes que eso, la misma justicia habría obligado a que el mejor equipo del torneo regular fuera campeón. ¿Entonces? Zanjemos el asunto rápidamente. Lo que importa es quién pasó a la final, lo fundamental es quién, cuando en todas las demás instancias no hubo posibilidad de superar al rival, supo pasar la última valla, la de los penales. Más que una lotería (como se suele decir), el de los penales es un duelo de guapos, de cojones, de nervios de acero. Y Unión, en este tipo de transes, le lleva mucha ventaja a los de la banda.
Así que olvidémonos de los cruzados y centrémonos en lo nuestro.

Yo no creo en brujos, pero...
Debo decir que la superchería no es un asunto que vaya conmigo. Pero en estas instancias fundamentales del fútbol es entretenido seguir el juego de las cábalas. Así, confieso, por ejemplo, que estos play offs los he seguido con la misma parka amarilla que me acompañó hasta Coquimbo para celebrar la sexta estrella hispana en 2005. Y confieso también que para el duelo frente a la UC he buscado, como arqueólogo, las señales que me indicaran la protección sobrenatural del recordado Julio Martínez, hincha insigne de la Unión Española que se fue sin ver este renacer que nos tiene a las puertas del cielo, apenas a seis meses de haber estado al borde del descenso.
Así no más. Busqué las señales y las encontré. En primer lugar, me convencí de que no podíamos perder el jueves en el Estadio Nacional recientemente bautizado como JULIO MARTINEZ PRADANOS. Imposible. Sin discusión. Y ayer, cuando después de la tormenta se dibujó una postal de Santiago digna de un comentario de Don Julio, algo me dijo en el alma que, contra todo el sufrimiento que pudiera venir, la alegría, finalmente sería nuestra. La cordillera nevada, el cielo azul, el sol besando el pasto del noble y entrañable Santa Laura. Todo estaba en su lugar como para un comentario de JM, así que la jornada no podía terminar si no con una alegría para las huestes hispanas.
Eso sí que es justicia. Justicia deportiva para con el mejor equipo del año. Justicia divina.

Comunión en la Catedral
Finalizado el partido y la ronda de penales, todavía con la adrenalina chorreando por los poros, no fueron pocos los hinchas que giraron la mirada hacia el palco del presidente hispano, Jorge Segovia, y le agradecieron (supongo) por este semestre plagado de alegrías. Él agradeció de vuelta y ofrendó los aplausos a los propios hinchas, muchos de los cuales (puedo dar fe) son peregrinos fieles en Santa Laura.
Fue nuevamente una comunión entre la hinchada y el nuevo dueño del club. Una comunión que pareció en peligro con motivo del rebautizo del Santa Laura, pero que seguramente se ha renovado con este paso dramático, heroico, a una nueva final.
Bueno, al fin y al cabo Santa Laura es la Catedral del fútbol chileno y en sus gradas o pasillos no caben si no escenas como las de este lunes o como las del domingo pasado, cuando un lienzo memorable en la barra hispana rezaba "La herencia de mi Taita" en honor al Día del Padre, reconociendo el tesoro más entrañable para cualquier devoto del fútbol: el amor a la camiseta, a tu camiseta, a los colores que se legan de generación en generación, como un deber, como un ritual, como una necesidad de supervivencia.

Y ahora, hablemos de fútbol...
Para no hacer lo que ese comentarista deportivo del Jappenning con Ja, mejor hablemos un poco de fútbol, habiendo dicho ya, nobleza obliga, que la UC nos hizo ver mal, que nos metió atrás en buenos pasajes de los dos partidos de semifinales y que no nos dejó mostrar el juego galano y ofensivo que tantos elogios nos ha ganado durante el año.
Por eso tal vez lo relevante del fútbol de ayer fue la garra y la aplicación defensiva de todos y cada uno de nuestros "cabros". Ojo. TODOS. Y ojo también, porque a pesar de que la UC nos metió atrás, es innegable que los hispanos no dejaron nunca de tener el arco rival en la mente y no reununciaron nunca al ataque, por más que la sintonía fina no estuviera ayer bien calibrada o que a cierta altura del partido las piernas y el cerebro ya no se comunicaran con la claridad de otras tardes de gloria. Homaneje para Canales y Cordero, para Ampuero y Villagra, para Madrid y Rosende, para Leal, para el Pipa, para todos...
Todos los rojos demostraron ayer que quieren levantar esa copa tanto como los hinchas y que van a dar hasta la última gota de sudor por conseguirlo. Así que mi homenaje es para todos. Pero quiero hacer dos menciones especiales.
1. Se discutía ayer en la tribuna de Santa Laura respecto del planteamiento hispano, respecto de cómo, con dos partidos ya en el cuerpo frente a la UC, nuestro DT no ponía freno a las carreras de Valenzuela por la derecha o no taponeaba lisa y llanamente a Mirosevic. No niego que es una discusión válida en la que incluso puedo encontrar parte de la razón a la hinchada, pero permítanme decir también que me saco el sombrero ante Luis Hernán Carvallo, porque no he visto otro director técnico más convencido y fiel a sus principios; y no he visto otro tampoco al que la vida y el fútbol le hayan retribuido tan generosamente y en tan corto tiempo por esas convicciones.
2. Sebastián Miranda se merece nuestro respeto y reconocimiento también, porque se ha convertido en nuestro gran capitán, en un valuarte en la defensa y en un líder en la cancha, haciendo olvidar las críticas iniciales por su desempeño y metiéndose en el corazón de la hinchada como el hijo de la casa que es. Es un agrado. Es un orgullo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

AGÒNICO, PERO SE DISFRUTA MEJOR, FELICIDADES, PERO AUN NO SE GANA NADA, A PONERLE MAS EN LA FINAL.
UN ABRAZO

ULISES AGUIRRE ARIAS

UEspanola.com dijo...

Excelente crónica Hugito, fue un mediodía difícil, sufrido, pero se consigió lo esperado gracias a la garra de los muchachos, no importa nada mas, como dicen por ahí, por la boca muere el pez.. (dirigido al personaje mas patético del futbol chileno, M.A.F)

Saludos Hugito

domi dijo...

Excelente y emotiva crónica.

Anónimo dijo...

Hola amigo Hugo:

Tantazo tiempo oiga... jaja. Excelente crónica, me gustó. Esperemos que esta vez estemos a la altura y hagamos un buen encuentro de visita ante los Azul-azules... jaja.

Un abrazo, amigo.

El Quijote.

charlyAzul dijo...

estimados.............mis felicitaciones...........soy un hincha azul, pero en realidad su ekipo es de lo q uno los mira con respeto.............
ojala sea una linda final.......y los felicito por la institucion q estan construyendo

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