Con la sensación de que en casa cerramos la llave

Sabíamos que sería difícil retomar el ritmo después de casi 40 días de para. Parece majadero decirlo, pero es verdad. Tal vez para muchos de los equipos que iniciaron estos play offs el receso era revitalizador, servía para retomar fuerzas, pero para Unión era claramente poner el freno a una campaña que hasta el cierre de la fase regular era francamente impecable.

Así que hubimos de llegar al frío del sábado en Rancagua sabiendo que había que sacarse esa modorra forzada. Y por eso, quizás, costó mucho el primer tiempo. Por eso y porque faltaba Miguel Aceval, un hombre clave en el centro de la zaga. Por eso y porque O'Higgins puso lo suyo y se encargó de anular nuestro mediocampo y nuestra salida por las bandas.

El 1 a 0 de los locales pareció, así, una justa expresión en el marcador de lo que ocurría en la cancha. Pero de ahí en adelante, como ha ocurrido con Unión durante todo el año, fue otro partido. Los rojos comenzaron a imponer sus términos hasta conseguir el empate y después todo fue rojo, amén de una oportunidad postrera que casi acaba en gol para los rancagüinos.

Tal como ha ocurrido otras tantas veces, Unión hizo durante el primer tiempo un trabajo de contención y demolición para luego, en el segundo lapso, tomar las riendas del juego e irse en busca del triounfo. Sin embargo, esta vez se echó de menos el desborde constante y demoledor del "Pipa" Estévez, mientras con el pasar de los minutos se iba desdibujando también la figura de Manuel Neira.

Lo tuvimos con un tiro en el palo de Ramírez, con un remate pifiado de Villagra, con una demás de Canales en el área. Quedó ese sabor en la boca, esa sensación de que debió ser un triunfo. Pero también la sensación de que un empate de visita, frente a O'Higgins es un resultado que nos pone de cara a una clasificación en nuestra cancha. Y ahí estaremos el sábado, como siempre, como corresponde.