Emoción por TV y en jornada doble

Por motivos que escapan con creces a las escuálidas vacaciones de este año pero que no es del caso comentar, me di a la tarea de ver el partido de Unión Española contra la UC por televisión. Hecha ya, desde temprano, la pérdida y asumiendo con resignación que no había más remedio que quedarse en casa, me armé incluso una buena “programación doble” televisiva, que partía en el Camp Nou, con Barcelona ante el Racing de Santander, y que cerraba en Santa Laura con hispanos y cruzados. Confieso que contra todo el control social ejercido en el hogar igual eché un vistazo al partido de Audax y Colo Colo, pero sólo fueron retazos.

[ Perdón que me distraiga –por eso los paréntesis–, pero ¿se acuerda alguien de aquellas tardes del fútbol de antaño en que uno podía ir al estadio a ver dos partidos seguidos? Yo incluso recuerdo haber estado en el Nacional para una jornada triple. Para los realmente fanáticos del juego de la pelotita, era como una visita al spa, como una tarde llena de sensaciones en las que se podía disfrutar de un partido de primera con otro de segunda o de distintas combinaciones que mezclaban clubes, estilos futbolísticos, colores de camisetas, hinchadas, etcétera. Para aguantar la jornada larga había que llevar cocaví, eso sí, o comprarse una buena ración de maní antes de entrar al estadio (porque adentro, y eso no ha cambiado, era un asalto a mano armada)… Pero qué se van a acordar ustedes, muchachos, si los que gustan de ‘navegar’ en la web y revisar blogs son todavía muy jóvenes. Y no es que yo ande, como otros vejestorios, promoviendo el regreso de esas tardes maratónicas. No, si ya sé que los tiempos han cambiado y no me incomoda. Simplemente que se me vinieron a la memoria aquellos tiempos en que el fútbol se podía ver casi como una función rotativa del cine. (Chuuuuu, los maté nuevamente con lo de las funciones de cine rotativas… ¿me perdonan?) ]

Bueno, decía que me armé mi jornada doble por TV y convencí a mi hijo para que viéramos juntos el partido de Unión. A punta de visitas a Santa Laura y pichangas en el patio o el play station, el cabro se ha ido “formando” en esto del fútbol y ya con seis años es capaz de verse un partido casi completo, entendiendo buena parte de lo que ocurre en la cancha.
Así que nos pusimos frente al televisor a vivir (sufrir y gozar) el partido. Gritamos como locos los goles, como si estuviéramos en el estadio, vimos como la TV volvía a enfocar al ‘Flaco’ Contreras celebrando un tanto hispano (se echa de menos su blog Unión en Santa Laura), soportamos estoicamente la expulsión de Aceval y el gol de carambola que marcaba el empate cruzado y, finalmente, cerramos la tarde con euforia por esa joya de Órdenes, por un nuevo triunfo contra la UC y por la ilusión de estar en la pelea por el título de este torneo corto donde el ganador se lleva todo.

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¿Qué más pragmático que echarse atrás a defender una victoria por un gol luego de que te han expulsado un jugador faltando todavía una hora de partido? Era como la prueba de fuego para esta Unión Española 2010 y el equipo salió airoso del examen. Si once contra once los rojos ya eran un murallón en defensa, para qué decir con uno menos. Supongo que esta vez nadie alegó cuando Israel hizo entrar a Madrid por Cordero o a Órdenes por Ligüera. Al fin y al cabo, las circunstancias extremas esta vez justificaban medidas como esas.
Es verdad que la UC no fue la tromba de otras veces, pero habría que preguntarse cuánto de eso se explica por el trabajo hispano, por la presencia de Nájera y Espinoza en el centro de la zaga, por el despliegue de Villagra y Delgado en la contención, por las coberturas de Miranda y Madrid.
Y aunque no sea para nada pragmático, debo reconocer que cuesta mucho no ilusionarse a esta altura del torneo. Por cierto, a propósito de pragmatismo versus lirismo, les dejo esta notable columna de John Carlin sobre el momento actual del Arsenal inglés y su técnico: Arsene 'Obama' Wenger


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Escucha los goles de Unión Española en los relatos de radio Cooperativa:

Gol de Cordero:

Gol de Órdenes: