La Unión Española que quiero

Debo estar más viejo, porque cada día me sale más natural mirar con calma y paciencia el armado y la puesta a punto de los planteles de Unión Española. Incluso debo estar más huevón, porque asumo casi con fe religiosa que las cosas van a funcionar, que los nombres van a rendir, que los planes van a resultar, que el estilo se va a asentar y perdurar. Baste decir, por ejemplo, que me fui tranquilo y hasta esperanzado de Santa Laura el día de la derrota frente a Colo Colo en la Noche Hispana.

La verdad, creo que mi estado evolutivo como hincha está llegando justamente a ese punto en que se empieza a buscar más la trascendencia del equipo que los resultados coyunturales. Por eso, tras la salida de Rubén Israel a fines de la temporada pasada y la llegada de José Luis Sierra a la banca he visto más que los triunfos, el espectáculo; más que los logros inmediatos, la posibilidad de modelar y proyectar el alma futbolística de Unión sobre la base del buen juego, el afán de ir al ataque y la estética puesta al servicio de los resultados. 

Yo sé que la comparación se escapa de los límites de nuestra realidad, pero déjenme usarla sólo para ilustrar mi punto: quiero que la Unión Española logre lo que ha hecho el FC Barcelona después de muchos años y de una horda de holandeses que han pasado por el club. Quiero que la Unión Española construya un estilo de juego exquisito y creo que lo que en años anteriores aportaron los hermanos Carvallo, lo puede consolidar hoy el “Coto” Sierra. Creo que tiene la mirada y tiene el crédito de la hinchada, creo que tiene el amor por la camiseta y la herencia de sangre. No, no lo voy a comparar con Pep Guardiola, aunque es tentador.

Hace rato que quería decir esto, pero se me pasaban las horas frente al computador en otras cosas. Creo que Unión Española tiene una gran oportunidad con el "Coto" y no la debemos desaprovechar. Yo sé que va a haber yerros puntuales, baches, lunares, cosas o personas que no funcionen, triunfos que no van a llegar o derrotas inesperadas, pero habrá que aguantar y porfiar y volver a pelear hasta que resulte. No hay nada mejor que modelar un estilo al son de los triunfos y las alegrías, pero ahí la edad le enseña a uno que eso se da muy pocas veces en la vida.

Por cierto, nadie dice que lo que yo espero de Unión es lo que esperan o proyectan sus dirigentes y dueños. Ojalá fuera así. Tampoco sé lo que dibuja Sierra en su mente. Menos me la juego por lo que “la hinchada” pueda desear o exigir o estar dispuesta a aguantar este año. Pero ya está, es mi deseo y he cumplido con delinearlo antes de que comencemos a disputar esta noche el primer torneo del año, peleando por ingresar a la fase grupal de la Copa Libertadores.  

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Me acuerdo del último partido de Unión Española en Bolivia, ganándole a The Strongest con gol de Héctor Tapia casi en el minuto final. Yo estaba en el Diario Siete, cerrando la edición de ese día, sin posibilidad de incluir entre las noticias el desenlace del partido y  mirando el juego por TV mientras todos los demás iban dejando la redacción en la medida que terminaban sus tareas. Grité el gol como enfermo, me abracé con los pocos que quedaban en la oficina y luego me fui a la casa con una sonrisa de júbilo de esas que sólo el fútbol es capaz de provocar.

Hoy, después del episodio de Segovia en la ANFP y luego de haberme automarginado del Canal del Fútbol, estoy decidido a vivir el partido a la antigua, a la usanza de esos años en que comencé a enamorarme de este juego: por la radio. Será la radio de siempre, la Cooperativa, aunque el hincha de aquellos tiempos ya no es el mismo.