¿Y dónde está la gallá?

Digámoslo así, entre cuico y bien chileno, ¿dónde está la gallá?
Digamos que para los hinchas de asistencia religiosa a Santa Laura la pregunta es más que recurrente. Y debemos reconocer que, aunque con cuentagotas, este año se han asomado muchos más fanáticos al fortín de Independencia que los que en promedio acompañan al equipo en temporadas menos generosas en triunfos.
Sin embargo, la prensa se hace la pregunta a propósito del partido con Colo Colo (je, je, je… cómo lo sigo disfrutando) y el ‘tema’ comienza a ser ‘Tema’, como ocurre normalmente con los temas que toma la prensa.
Pues bien, pongamos las cosas en su lugar. Al partido con los albos fueron poco más de 5.000 fanáticos y la cosa estaba más o menos pareja entre visitantes y colorados (muchos sin camiseta como medida de seguridad autoimpuesta y no por decisión de la Intendencia). ¿Digamos 3.000 mil colocolinos y 2.000 rojos? Pero el caso es que no es el mejor partido para sacar conclusiones. Primero, porque no fueron todos los albos que se podía esperar (falta plata al cierre de marzo, obvio) y, segundo, porque, quiéranlo o no, la gente de Unión, la familia roja, se toma con cuidado la asistencia al estadio cuando hay mucha barra brava y prefiere la comodidad del hogar y la transmisión por TV. (otros, como dije, van de civil al estadio, y me cuento entre esos precavidos).
Podemos discutir que no hay razón para temer, que estos 'niños' que amenazan a sus propios jugadores se portaron bastante bien o que las medidas de seguridad parecen surtir sus efectos (de hecho, como nunca, no se vieron ni humo, ni fuegos artificiales ni siquiera serpentinas cayendo desde las barras, de ninguna de ellas). Pero el miedo de muchos ya está instalado y cuesta sacárselo de adentro. Tanto es así que un par de semanas antes, para el partido frente al colista, llegaron a la Catedral unos 4.000 forofos rojos, más que con Colo Colo.
Entonces, razones para que no se llenara el estadio el sábado puede haber varias y buenas, por lo que creo que esa discusión es harina de otro costal.
La pregunta que sigue en el aire es dónde está la gente de Unión. Y, como lo dije, los hinchas han ido sumándose a goteras. ¿Pero es suficiente con eso? Los que queremos a Unión Española por sobre cualquier otra cosa respondemos que NO, sin dudarlo. Pero, cuidado, yo prefiero eso a la ilusión de un estadio lleno por un hecho puntual y tener que volver a los 2.000 fanáticos de siempre el resto del año.
Vayamos piano piano, pero p’adelante. Esa debe ser la consigna. Unión tiene que volver a encantar a sus hinchas, con un equipo digno, con un estadio de primer nivel, con razones para sentirse orgulloso y (para ponernos bien concretos) con muy buenas razones para decidir gastar una cantidad no menor de dinero en ir al fútbol. Yo creo que hoy existen buenas razones para ir a pasarlo bien a Santa Laura (más allá de las míticas mechadas) y para conseguir un número de socios tal que nos asegure que siempre seremos locales en nuestro estadio. En el mediano plazo, cuando tengamos 10 mil o 15 mil abonados con sus asientos reservados, ya nadie podrá temer, por ejemplo, que el estadio se llene de barrasbravas cada vez que nos veamos las caras con los “grandes”. Unión es capaz de conseguir ese número de socios y más. Pero no podemos hacerlo apelando sólo al corazón (han sido muchos años de sufrimiento y de divisiones internas, y eso se nota), sino mediante un trabajo serio en todos los ámbitos.
Potenciar las inferiores (como se anuncia hoy con las escuelas de fútbol en sociedad con el Real Madrid), tener un equipo competitivo, entregar cada vez más beneficios a los socios, volver a los torneos internacionales, mantener una buena comunicación con los hinchas (el sitio web, la radio on-line, el programa de TV) son todos esfuerzos que deben ir dando sus frutos, pero hay que darles tiempo.