Un triunfazo que lava tantas heridas

¡Ah, qué tarde exquisita en Santa Laura! ¡Qué bálsamo! ¡Qué inyección de ánimo!

Ganarle a Colo Colo no es cuestión de todos los días, pero déjenme decirles que para mí este sábado triunfal tuvo todavía más condimentos.

Fue una tarde de regreso a la infancia y a la adolescencia, volviendo a compartir en las gradas con mi primo más querido, con ese cómplice en jornadas de fútbol ochentero, con el compañero de tantas jornadas dobles y hasta triples en el Nacional, en tardes de sol ardiente o en noches de tormenta. Fue como si hubiéramos vuelto de un pequeño recreo, aunque con más canas y abdómenes más abultados, con hijos ya crecidos y amantes también del fútbol y de sus colores. Él colocolino y yo de Unión sentados ahí, hablando como viejos íntimos, rivales pero cómplices, gritando goles contrarios, pero abrazados otra vez como antaño.

¡Ay, qué tarde! ¡Y llena de goles!

Para nosotros fueron cinco oportunidades para el desahogo. Cinco gritos para sangrar la derrota en Calama y mucho más que eso. Para Manuel, compañero entrañable de la tribuna hispana, fueron cinco bofetazos a la muerte, lo sé; fueron cinco descargas vengandoras frente a la partida inexplicable e incomprensible de una criatura inocente. Grité cada gol mirándolo y viendo en su rostro esa mezcla de alegría, rabia y dolor que los hombres de verdad saben cargar como se debe.

¡Uf, cuánta emoción en las gradas de esa catedral que es Santa Laura!

Fue una tarde para los abrazos y el regocijo con desconocidos que resultan ser viejos amigos de la web. Una jornada vivida, sin saberlo, al lado de Ingnacio Ortigosa (el responsable de www.unionespanola.tk) y cerrada con un abrazo de esos que se brindan los hinchas de raza, los guerreros que, aunque no se hayan visto nunca, saben que han luchado muchas batallas en las mismas filas, saben de derrotas y triunfos y saben del orgullo de ir al frente de nuevo, cada semana, cada campeonato, cada año.

El partido

¡Ay! Fue una jornada redonda, después de un primer tiempo de morondanga en que Colo Colo demostró que está en crisis y Union chocó una y otra vez con la defensa alba o se enredó en el intento de tejer ataques apegados a un libreto lírico que durante los primeros 45 minutos resultó impracticable. Fue un primer tiempo en el que los goles fueron lo más rescatable, en especial esa joya desde 25 metros de Ramírez que cerró el primer lapso decretando el empate hispano y abriendo la oportunidad de enfrentar el segundo tiempo con otro aire.

Estoy conciente de todo lo que hicimos mal en la primera etapa, pero sería mezquino para con los jugadores rojos quedarme pegado en los defectos, cuando en el segundo tiempo el equipo hizo gala de todas las virtudes que lo tienen al tope de la tabla.

Permítanme dejar los comentarios más técnicos para la semana, para la charla amena con otros blogeros hispanos o para los profesionales de la pensa y déjenme sólo coincidir con el notable comentario de Igor Ochoa (Cooperativa), quien remarcó con lucidez que el triunfo de Unión se entiende y se agiganta en el hecho de que el equipo se mantuvo durante los 90 minutos fiel a una concepción de juego ofensivo, abierto y comprometido con el triunfo. Más allá de cualquier otra consideración y del análisis para paladares futboleros refinados, digamos que Unión desdibujó a Colo Colo plantándosele de frente y sin temor. Y el premio fue un triunfo merecido, inobjetable y exquisito. Un triunfo, que como lo dice el título de este post, lava muchas heridas y reconforta.

Para cerrar, sólo algunos apuntes (que valen, sobre todo, para el segundo tiempo):
- David Ramírez tomó la batuta y regaló goles.
- Villagra y Cordero dejaron sangre, sudor y lágrimas barriendo en todos los rincones de campo.
- Marín soberbio por abajo (¡todo el partido!).
- Y Miranda y Aceval sosteniendo la estantería defensiva como titanes.

REVISA LOS GOLES EN 3TV:
Unión Española fue una aplanadora frente a Colo Colo