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sábado, 13 de noviembre de 2010

En la vereda equivocada


Hace rato que sospechaba que Unión Española era parte de la oposición a Harold Mayne-Nicholls en la ANFP. Lo intuía desde el Mundial, cuando comenzó todo este show por los desaires de Bielsa a Piñera o por el protagonismo de Bachelet, y algunas fuentes me lo confirmaban ya por esos días. Así que, pasar de ser un voto más a llevar la bandera con la candidatura de Jorge Segovia, la verdad fue más rimbombante, pero igual de grave (a mi juicio).

¿Qué por qué es grave? Porque creo que ha puesto a Unión Española en la vereda equivocada de la historia (otra vez, para los que tienen memoria de 1936). Y es grave no porque Segovia tenga poca experiencia, no porque ponga en juego la administración de Unión Española, no porque Segovia se revele como amigo de tal o cuál personaje del fútbol o la política, no porque signifique la salida de Bielsa, no porque Mayne-Nicholls lo haya hecho más o menos bien, sino porque supone que Unión Española, como institución, respalda un modelo de desarrollo para el fútbol que me parece no sólo equivocado, sino nefasto. Lo grave, lo triste, es respaldar una idea basada en la ley del más fuerte, en el mercado desbocado, que beneficia a algunos equipos de alto arrastre, pero que, aunque seguramente tiene algunos subsidios para los demás, va claramente en contra del desarrollo del conjunto de los clubes, va contra la posibilidad de tener en el futuro un grupo cada vez mayor de equipos consolidados y competitivos.

Pongámoslo en términos más generales, el que se ha impuesto es un modelo que si se aplicara a Chile aseguraría que el país va a crecer, que a todos nos va a tocar algo de la torta y que al cabo de un tiempo vamos a estar mejor que antes, pero también que las diferencias entre los más ricos y los más pobres no se van a reducir ni un ápice y quizás incluso serán más grandes y odiosas. ¿Suena conocida la historia?

Para decirlo de otra forma, lo que se ha impuesto en la ANFP y a lo que Unión Española se ha unido a tambor batiente es un modelo de sociedad, económico, filosófico que puede representarse en Milton Friedman. Es una visión que supone que el libre mercado y la maximización de los beneficios individuales, donde los clubes de más convocatoria llevan todas las de ganar, generará riqueza y desarrollo para todos. Pero se equivocan rotundamente. Y no se trata de expropiar a nadie de sus derechos o su patrimonio, ni de renegar de la buena gestión o de ciertas reglas del mercado que empujan a la excelencia, sino de buscar un modelo más cooperativo, donde, por supuesto, hay que ceder ciertos intereses particulares en beneficio del colectivo. La opción que perdió, me parece, era la de Joseph Stiglitz.

No hay que ser muy astuto ni leer demasiado entre líneas para entender que en el “programa de gobierno” de la lista de Segovia está el interés de los clubes llamados “grandes”, los que tienen más público y más plata. Como dice Ascanio Cavallo en su columna de La Tercera (domingo 7 de noviembre), son “los clubes deportivos convertidos en sociedades anónimas, dirigidos por la elite post pinochetista que entró al fútbol para modernizarlo, pero también para ganar más dinero y hasta un rebase de popularidad. Esa elite llegó para imponer la lógica del mercado y en algún punto debía rozar con el socialismo soft de Mayne-Nicholls, más preocupado del conjunto que de los poderosos”.

Y permítanme citar precisamente a Stiglitz para dar cuenta de aquello que se jugaba en lo profundo de esta elección y que el periodismo local difícilmente nos muestra (con honrosas excepciones como las de Ascanio), porque no es difícil pasar de la realidad del fútbol a la discusión sobre la sociedad que queremos y viceversa:

“Persisten en nuestras democracias desacuerdos importantes sobre política económica y social –dice Stiglitz, a la sazón Nobel de Economía–. Algunos de esos desacuerdos son sobre valores: cuán inquietos deberíamos estar por nuestro medioambiente (cuánta degradación ecológica deberíamos tolerar si nos permite alcanzar un PIB mayor); cuán preocupados deberíamos estar con relación a los pobres (cuánto estaríamos dispuestos a sacrificar de nuestra renta total si ello permite sacar a algunos pobres de la pobreza o mejorar su situación); o cuán inquietos deberíamos estar sobre la democracia (si estamos preparados para negociar derechos fundamentales como el derecho de asociación, si pensamos que como resultado la economía crecerá más rápido). Algunos desacuerdos versan sobre cómo funciona la economía. Las proposiciones analíticas son claras: siempre que haya información o mercados imperfectos (o sea, siempre), existen en principio intervenciones del Estado que pueden incrementar la eficiencia de los mercados. (…) Los supuestos subyacentes en el fundamentalismo de mercado no se cumplen en las economías desarrolladas, y menos en las subdesarrolladas. Pero los partidarios del fundamentalismo de mercado aún sostienen que las ineficiencias de los mercados son relativamente pequeñas y que las ineficiencias del Estado son relativamente grandes.”

¿O sea que me duele que Unión Española esté en la vereda de los fundamentalistas del mercado y no en la del socialismo soft? Pues fíjense que sí. Parece una tontera, pero sí, me duele. Me duele que un club, que mi club, que debiera estar con los “chicos” se alíe con los “grandes”. En otros tiempos se hablaba de “desclasados”, pero esa jerga es tan odiosa. Lo claro es que históricamente la elite en este país ha remado para su lado, ha manejado el sistema político y económico en función de sus intereses y uno no debiera sorprenderse de que en el fútbol hagan también de las suyas gracias a las sociedades anónimas (que son tan buenas para algunas cosas, pero tan malas para otras, sobre todo en un país como Chile). Es cierto, no debiera sorprender, pero si dejara de doler sería el fin (al menos el mío).

Publicado originalmente en http://www.elpost.cl/ (10.11.2010)

3 comentarios:

Duende Rojo dijo...

Hugo,
te saludo y siempre he compartido muchas de tus opiniones y particularmente el cariño entrañable nuestar Unión.

En cambio hoy debo agradecerte de poder leer tus palabras y saber que no estoy solo en este sentimiento, pero además poder constatar en palabras inteligentes el fondo de la cuestión que ciertamente creo que es lo que más me duele, simplemente gracias.

PD: de esas cosa soft que dices, es el recuerdo imborrable de recibir de parte tuya el gorro de la Unión (era que no?) que nos enviaste, de seguro con afecto, a Rapa Nui.

Atentamente
Àlvaro Lafuente C.
alvarolafuente@vtr.net

Hugo dijo...

Muchas gracias, Álvaro.
Por leer siempre este espacio, por comentar, por ser siempre sincero.
Y si además de todo eso estamos de acuerdo, qué mejor.
Yo también recuerdo lo del gorro, y recuerdo que fue un placer.
Saludos

Rojo Inspirado dijo...

Un hidalgo caballero vino de lejanas tierras,
a emprender y a sembrar,
educación, deporte, y asuntos de su familia eran su afán.
Mientras viajaba desde el cielo vio,
un hermoso fortín que lo cautivó,
entonces con una cuentas monedas compró a Unión.
Al poco tiempo, con satisfacción,
vio que dicho equipo lograba ser sensación,
compró más jugadores, y comenzó la restauración.
Pese al breve tiempo en que ha estado,
ha trabajado duro y observado,
que nuestro país es cordial pero atrasado.
Cómo colaborar en todo esto, se preguntaba,
mientras otros soterradamente ideaban,
la forma de trabar el timón.
Reunió a otros caballeros en torno a su misma reflexión,
y en una campaña como líder logró su premiación,
pero al poco andar, la legalidad lo despoja y lo colma de confusión.
Qué inmoralidad, varias veces exclamará,
perseverar, en su mente a fuego grabará,
manteneos alertas, que esta historia continuará.

Rojo inspirado

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